viernes, 21 de enero de 2011

LA BASE DE LA PROSPERIDAD



La mediocridad del debate político y las urgencias cotidianas de la mayoría de los ciudadanos, lleva a que la mayoría de las opiniones se concentren en cuestiones de excesiva actualidad, dejando de lado ciertos análisis más profundos que son imprescindibles para poder superar algún día nuestra decadencia.-

Es absurdo suponer que los políticos vayan a cambiar, y que algún día dejarán de ser ambiciosos, corruptos, mentirosos y venales. Esa es la esencia del político moderno. La gran mayoría carece de ideas e ideales, pero permanecen en el poder abusando del desconcierto de la ciudadanía.-

Mientras los ciudadanos no cambiemos nuestras demandas políticas, los políticos podrán seguir haciendo campaña con una marchita rancia, unas fotos marchitas de algún obituario y repartiendo mercaderías y subsidios.-

La solución no pasa por el amor a la Patria, ni el heroísmo cívico, ni nada por el estilo; pues estas son las excusas perfectas que usan los demagogos para mantener sometidas a las personas.-


Adam Smith hace 240 años decía que el progreso de un país dependía del trabajo que pudiera generar. Lo cierto es que en la Unión Soviética se generaron millones de puestos de trabajo que al final no evitaron el colapso de esa tiranía.-


David Warsh en su libro “El conocimiento y la riqueza de las naciones” destaca que es la generación de nuevos conocimientos el secreto del desarrollo. Sin embargo en Cuba el régimen ha invertido millones en educación, pese a lo cual el atraso, miseria, hambruna y corrupción en el que se hunden los pobres cubanos da lástima.-


Jeffrey Sach, Francis Fukuyama y otros pensadores que dieron las bases a lo que se llamó el “Consenso de Washington” en los ’90, suponían que el secreto del desarrollo estaba en las desregulaciones y los equilibrios presupuestarios de los Estados. Pero las desregulaciones en muchos casos provocaron anarquías y los demagogos buscaron el equilibrio presupuestario tomando prestado dinero de todo el mundo, hasta que a fines de los ’90 muchos gobiernos colapsaron bajo sus monumentales deudas.-

La verdad es que el misterio del progreso está en la historia. Si se ve que muchos países poblados por personas ignorantes y gobiernos chicos al cabo de un tiempo lograron fenomenales progresos, resulta evidente que lo más importante para que una nación progrese es que sus ciudadanos reclamen para sí la libertad de hacer de su vida y de sus bienes lo que le venga en gana. Si una persona reclama que un político la ayude, debe saber que esta vendiendo su alma al diablo, que ese político quizás la ayude, pero que por sólo escuchar sus quejas le va a cobrar el precio más alto imaginable, le va  a pedir que le entregue su libertad.-

Cada vez más los gobiernos y los Estados pierden el poder de controlar e incidir en las personas. Cada vez más los individuo reclaman el derecho de elegir su idioma, su educación, su religión y hasta su sexo. Pues bien falta algo más elemental, reclamar que los políticos dejen a las personas trabajar tranquilas y se resignen a ser unos modestos administradores de consorcio cobrando unos impuestos para financiar algunos servicios públicos en provecho de todas las personas, como salud, educación, seguridad y justicia. Nada más, ni nada menos. Pues hoy en los tiempos de los políticos omnipotentes ninguno de esos servicios existen, pero sin embargo cobran los impuestos más altos de toda nuestra historia.-

Los políticos no van a cambiar nunca, para progresar, lo primordial es que cambiemos los ciudadanos.-


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