viernes, 9 de noviembre de 2012

EL CONSENSO DEL “8N”




El pasado 8 de noviembre se produjo la mayor manifestación ciudadana de la historia del país, ya que no solo se convocó una multitud asombrosa en Buenos Aires, sino que además ello se replicó en forma simultánea en varias ciudades del interior de la Argentina, y en el extranjero, reuniéndose multitudes inusitadas en localidades tradicionalmente menos combativas, como Formosa, San Juan, y Salta, entre otras.-

Ante ello cabe analizar el motivo de tamaña convocatoria, así como sus efectos futuros en el país.-

Hayek señala que las asambleas sólo sirven para ponerse de acuerdo en cuestiones básicas, y cuanto más básicas, mas consenso es posible de lograr.-

La magnitud de la manifestación del 8 de noviembre demuestra que los ciudadanos se manifestaron en reclamo de cuestiones elementales, que se suponían vigentes, pero que el peronismo en esta última década ha violado de modo avieso.-

Pasó ya el síndrome del 2001 por el cual se toleró la vulgaridad, la soberbia y la mediocridad de los Kirchner. Eso se perdió ya en 2007 cuando fueron derrotados en casi todos los centros urbanos, se ratificó en la derrota del 2009 y siguió latente hasta hoy.-

Las constituciones, por definición, poseen vigencia porque expresan las cuestiones básicas sobre las que están de acuerdo la enorme mayoría de la población. Es así que receptan el derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad, a la seguridad interior, a la justicia. Establece gobiernos limitados, transparentes, decente y medianamente capaces. Crean tribunales con jueces idóneos, imparciales del gobierno, y honestos.-

Todas estas reglas básicas hoy están en crisis, producto de un ruinoso gobierno peronista liderado por Kirchner; y esa crisis es la que hace necesario explicitar el consenso básico que históricamente inspiró a la constitución nacional.-

Hoy la crisis no sólo es económica. A diferencia de 1989 y 2001 en la que los ciudadanos se levantaron por una crisis de la economía, hoy además se revelan ante una profunda crisis moral en toda la dirigencia política. No sólo de valores éticos, sino también de ideas. El reclamo no es solo que dejen de robar impunemente, sino que además respeten al ciudadano en su derecho a decidir cómo vivir y cómo usar su dinero.-

Ante este claro mensaje de la ciudadanía ¿qué puede pasar en el futuro?.

En ese sentido no soy muy optimista. Tanto oficialismo como oposición han demostrado que distan mucho en compartir ese consenso ciudadano.-

El gobierno, tras la manifestaron del 13 de septiembre, ignoró lisa y llanamente el contenido del reclamo; y la oposición solo atinó, tras varias semanas de dudas, a firmar un compromiso para oponerse a la reelección de Kirchner.-

Tras esta nueva manifestación, Kirchner directamente no se refirió al tema, y ante ello la caterva de adulones de segunda línea, se limitaron a minimizar el reclamo. La oposición por su parte, no ha tenido un mejor desempeño.-

En todas las grandes manifestaciones ciudadanas en el pasado, los líderes políticos demostraron que, además de compartir el consenso que provocaba la manifestación, estaban un poco más adelante del ciudadano medio, y visualizaban medidas para expresar en los hechos ese consenso. Así fue en 1810, en 1853, en 1945 y en 1983. Hoy eso no ocurre. La mayoría de los líderes políticos no aceptan ese consenso básico constitucional, y lo cierto es que adhieren a los anti-valores sostenidos por el gobierno, tal es el caso de Alfonsín (h), Pino Solanas, Stolvizer, Donda, Binner. Y los que parecieran compartir el consenso, no tienen idea de qué hacer para llevarlos a la práctica, tal es el caso de Macri, Sanz, Aguad o Morales.-

Tras la manifestación de 8 de noviembre no creo que Argentina derive hacia la Venezuela chavista como pretende Kirchner; pero tampoco creo que se encamine rápidamente hacia otro sentido. Ahora es el turno de la oposición. El gobierno ya esta en retirada, no podrá ser reelecto, y solo le cabe terminar el mandato. Los partidos de oposición deberán renovar su caduca dirigencia, caso contrario, nos arriesgamos a que los ciudadanos ante la falta de mejores ofertas, voten una vez más a un “malo conocido” como ocurrió en 2011; y eso si podría ser muy peligroso para la estabilidad de las instituciones.-

La gran responsabilidad histórica  ahora radica en los dirigentes de la oposición, estará en ellos decidir si privilegian sus mezquinas ambiciones, o se renuevan y aceptan este nuevo consenso ciudadano.-