viernes, 3 de junio de 2011

CORRUPCIÓN Y GASTO PÚBLICO



Es habitual en algunos debates en canales oficiales y oficialistas, convocar a políticos, empleados públicos, punteros, ñoquis o economistas decadentes, para discutir sobre las virtudes de la “inversión pública”. Que como todos tienen un interés creado, la defienden fervorosamente; pues eso les daría la oportunidad de gastar grandes sumas de dinero en los más alocados proyectos.


Lo cierto es que la inversión hecha por el Estado es siempre más ineficiente que la realizada por una persona con dinero propio.-


En las obras que hacen los privados no pagan sobreprecios, no cobran ni pagan coimas, no generan subcontratistas artificiales, no pagan “consultoras” fantasmas, no hacen paredes que se rajan solas, no hacen caminos que se disuelven con la lluvia, no hacen puertos en bajos a los que no llegan ni los botes, no crean “fundaciones” en las que sus gerentes se hacen ricos sin cumplir ningún contrato... en definitiva, en la inversión privada es mucho más difícil la corrupción, porque la plata que se gasta es la del dueño. En la obra pública lo que gasta el político es nuestro dinero.-



Es un lugar común repetir que el gobierno peronista liderado por los Kirchner ha hecho numerosas obras públicas. Lo cierto es que este gobierno es uno de los máximos mentirosos de toda nuestra historia. Ha anunciado miles de obras que nunca se han hecho, y las pocas que se hicieron fueron un sumidero de corrupción.-


Como muestra basta apreciar los gastos en infraestructura. Electricidad, gas, combustibles se agotan rápidamente. Caminos y rutas se hacen, pero se rompen más rápido de lo habitual. Puertos no se hizo nada. Aeropuertos menos. Ferrocarriles, puras promesas. Dragados de ríos y canales ni se les ocurre. Puentes no se hizo ninguno.-


Fueron 8 años con los niveles de gasto público más altos de la historia, con recaudaciones tributarias fabulosas, y con la mayor discrecionalidad para gastar cientos de miles de millones de pesos, y no se hizo absolutamente nada que permanezca en el tiempo.-




El numerosísimo conjunto de parásitos ansiosos por vivir del gasto público se atropellan para alabar al caudillejo de turno y su corrupta obra pública; ya que ven el enriquecimiento tan ilícito como asombroso que tienen esos déspotas; y ellos quieren disfrutar también de esos privilegios.-


El aumento del gasto público sólo ha permitido en Argentina que oscuros y mediocres lúmpenes, salgan de su miseria y empiecen a vivir con lujos que jamás hubieran logrado cobrando por su nula capacidad.- 


Mediocres sin ningún título, o con títulos dudosos, se trepan al gasto público, para vivir de los impuestos de todos los contribuyentes. Y luego hacen programas de TV en los que esos mismos mediocres a sueldo del Estado, le preguntan a otros oportunistas que les parece el gasto público.-


Mientras tanto los legítimos destinatarios del gasto público sólo reciben alguna atención si el demagogo de moda se le ocurre hacer una fantochada en su barrio repartiendo miserias. Caso contrario los hospitales, las escuelas, las comisarías, los juzgados, carecen de los implementos más elementales para realizar su labor. Pero como ninguno de estos hipócritas se atiende en hospitales públicos, ni sus hijos van a la escuela pública; y comisarios y jueces le resuelven los problemas con favores; a ninguno le importa.-


En esta época todos alaban al Estado, y nunca el estado argentino fue tan impotente, ni estuvo tan desguazado como ahora.-



No tenemos prácticamente fuerzas armadas; no poseemos control soberano sobre ningún lugar del espacio aéreo ni zona marítima. Todos los organismos de control están desguazados o neutralizados. No se puede garantizar la más mínima seguridad a nadie.-


El Estado argentino se ha reducido con el peronismo en el gobierno a una fétida cloaca de corrupción, en donde a los ciudadanos sólo les queda hacer alguna cola para recibir subsidios denigrantes a la vagancia.-



Lamentablemente ni oficialismo ni oposición hoy en Argentina expresan alternativas políticas reales; ambos son lo mismo, un populismo demagógico más o menos despótico, pero ninguna variante real; por lo que deberemos seguir viendo a los oportunistas enriquecerse con el gasto público, y los contribuyentes escondiéndonos de los recaudadores de impuestos.-