lunes, 7 de febrero de 2011

LOS IMPUESTOS Y LA DISTRIBUCIÓN DE "RIQUEZAS"


Existe de parte de muchos políticos la seductora ocurrencia de "redistribuir la riqueza", y postulan como instrumento para ello a los impuestos, sobre el  criterio de que "quien más tenga más tributos pague para asistir a los que menos tienen".-


Para analizar la aparente justicia de éstas ideas, me valdré de un ejemplo conocido, recordemos la parábola evangélica de los talentos; en el cual uno de los sujetos, a quien llamaremos Juan, se limitó a guardar lo dado, y el otro, a quien llamaremos Pedro, los hizo producir duplicando la cantidad. De seguirse el criterio de éstos políticos, Pedro, que corrió el riesgo, se esforzó e hizo producir debería pagar más impuestos que Juan, el que en forma perezosa vivió de lo que se le dio sin invertirlo nunca. ¿a quién se le ocurriría que eso es justicia?.-


Añadamos al ejemplo otro elemento, supongamos que Juan, como el hijo pródigo, no sólo no hizo nada, sino que además despilfarró sus talentos, nunca estudió, ni ahorró, y tras una vida de juerga, es anciano y enfermo; los "distribucionistas" estimarían "justo" que para mantener a Juan se le cobre más impuestos a Pedro, quien, a diferencia de Juan, se esforzó, ahorro, se privó de horas de jarana para dedicarse al esfuerzo y al estudio, logrando tras una vida de sacrificios heredarle a sus hijos una poderosa empresa con fuertes inversiones y cuantiosas reservas. ¿a quién se le podría ocurrir que esto es justo?.-


Pensemos en otro escenario. Pedro hace inversiones, se esfuerza y trabaja; pero lo hace protegido por el Estado, que le asegura que todo lo que produce lo venderá y a un precio preestablecido; ello a condición que le dé empleo a Juan; y eso sin importar si Juan es buen trabajador o no. En ese caso Pedro para pagarle un salario a Juan, que sigue siendo un perezoso, deberá conseguir otro trabajador, a quien llamaremos Carlos, para que haga además de su trabajo, también el de Juan; y que el precio de lo producido valga el doble de su valor real para poder pagar los dos salarios. Entonces, para mantener a Juan en su eterna mediocridad y pereza, Carlos debe trabajar el doble, cobrando la mitad; y los clientes deben pagar el doble del precio del producto, disminuyendo proporcionalmente su capacidad adquisitiva. ¿A quién le parece esto justo?.-



Agreguemos a ésta segunda situación un político y un sindicalista. El político para darle la protección a la empresa de Pedro, le exige una "aporte al partido", y lo obliga a que no le dé empleo a Juan ni a Carlos si no son afiliado del sindicalista; el sindicalista cobra la cuota sindical que le asegura el político, y a cambio debe garantizar que Juan y Carlos sólo votarán a ese político. Con lo cual Carlos, que es le único que trabaja realmente, deberá trabajar para pagar dos salarios, una coima y dos aportes sindicales; que como cada vez es más difícil, en definitiva, los productos cada vez son de peor calidad, pero a un precio cada vez mayor, que lo pagan los consumidores con la proporcional pérdida de poder adquisitivo. 

¿Es imaginable mayor infierno institucionalizado?, Infierno que es más injusto si es Carlos a su vez el consumidor, que además de trabajar el triple, cobra un tercio, y cada vez pierde más poder adquisitivo.-


La moraleja de éste segundo ejemplo: no trabajes, dejá que te mantengan, o mejor si sos además de inútil, un inmoral, hacete político o sindicalista oficialista.-


Si los tributos no son para redistribuir riquezas como imaginan estos políticos, ¿para qué pagar impuestos?. La única causa legítima es para mantener al Estado en tanto se dedique a preservar los derechos de los ciudadanos, protegiendo la libertad de ellos en contra de la agresión de otros; y brindando los servicios que los particulares le confían por no poder ellos realizarlos en forma plena (defensa, salud, educación y justicia); todo otro cometido estatal implica arrebatarle ingresos a gente como Pedro para mantener a sujetos como Juan, lo que es una clara injusticia, y causa legítima de no pagar tributo alguno.-


Nuestra amada República está sumida en la miseria porque se protege y auspicia a gente como el Juan, el político, el sindicalista y el empresario protegido, descriptos en los ejemplos.-


La única alternativa justa es que se premie a los trabajadores como Carlos; y se deje producir en los riesgos del mercado a empresarios como Pedro, sin imponerle otro recaudo que respetar los derechos ajenos y la libre competencia. Limitándose el Estado nada más y nada menos que a cumplir en forma óptima con las funciones específicas que le son propias, con el número de funcionarios suficientes, muy capacitados y muy controlados; y un grupo de Jueces impolutos y muy calificados que protejan los derechos de los ciudadanos frente al Estado y castiguen a todos aquellos que violan la ley, incluidos los funcionarios.-

En tal contexto, y sólo en ese contexto, podremos emerger del abismo en que décadas de distribución, corrupción y mediocridad gubernamental y ciudadana nos han sumido.- 



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