jueves, 9 de diciembre de 2010

IDENTIDADES NACIONALES




En un mundo en expansión, en el cual las telecomunicaciones han homogeneizado las experiencias vitales, de modo que cualquier persona del planeta está en condiciones de ver, comprar, sufrir y disfrutar las mismas cosas, sin importar el lugar físico en el cual se encuentre. Han resurgido las preocupaciones por las “identidades nacionales”. Y así aparecen las más diversas definiciones del “ser argentino”, del “ser latinoamericano”, y hasta del “ser formoseño”.-
Lo cierto es que, honestamente, es imposible dar una definición de algo así.-

Supongamos que alguien le pregunte a una persona ¿quién eres? ¿cuál es tu ser propio”. Como respuesta, podrá quizás contarle su biografía, y hasta quizás decirle cómo se siente en ese momento; podrá usar expresiones genéricas como “soy hiperactivo”, “me gusta el pan fresco”, pero no podrá darle ninguna cualidad precisa que lo distinga de todo otro ser humano del planeta. Aunque, cualquier que conozca a esa persona podrá diferenciarla entre millones. Esta situación paradójica se da por el hecho de que las cualidades que nos distinguen de los demás no se pueden definir con palabras. Y más aún, esas cualidades se mantendrán a lo largo de nuestra vida, aún sin proponérnoslo expresamente.-


Si no se puede definir con palabras a una persona ¿cómo sería posible definir a toda una nación?.-

Pío Baroja decía que el nacionalismo es una enfermedad que se quita viajando. Todas las teorías nacionalistas que pretenden definir un “ser nacional” no resisten un viaje. Pues cualquiera de las pretendidas virtudes y vicios que se aseguran son exclusivas de una nación se las podrán hallar en cualquier otro lugar del mundo.-

Pues entonces, si son tan absurdas ¿cómo es que existe tanta producción de ideas y escritos nacionalistas?. A mi modo de ver ésto se explica por dos motivos.-


El primero, de origen estrictamente individual, es porque en general los autores nacionalistas poseen un profundo complejo de inferioridad en su alma; y pretenden apuntalar a sus minusválidos espíritus, con alguna virtud de ese imaginario “ser nacional”. Esta manifestación nacionalista es políticamente intrascendente, y objeto exclusivo de la psicología.-

La segunda causa del nacionalismo es estrictamente política, y mucho más trascendente que la primera.
Nadie se deja matar por la “secretaría de agricultura” a menos que le hagan creen que es tan importante la agricultura como su propia vida, esa es la función de las teorías nacionalistas, generar lealtades políticas.-

No es raro que cuando algún aspirante a caudillo pretende afianzarse en el poder, aparezcan teorías sobre “el ser provincial”, o un “proyecto fundacional de provincia”, o de “identidad cultural”. El motivo es obvio. A esa raya que trazó en la tierra algún agrimensor, hay que darle un sentido mítico.-

Nadie siente simpatía por la parcela 35 del lote rural 24. Pero si le inventan que se trata de una región heredera de culturas originarias, que reconoce un movimiento inicial que se remonta a los albores de la patria; y sobre todo, que el actual gobierno es la expresión más acabada de ese ser nacional, entonces las pasiones políticas se despiertan.-

Una gran virtud de las teorías nacionalistas es que son auto-inmunes. No aceptan ni toleran la crítica. Pues los que critican son descalificados automáticamente como “antinacionales”, “vende-patrias”, “cipayos” y cosa por el estilo. Lo importante no es tener razón, sino ejercer suficiente poder para evitar que el espejismo creado por la teoría nacionalista no se destruya, pues  de ello depende la estabilidad del gobierno que la promociona.-

Estas líneas tienen un doble objetivo: en primer lugar aspiran a poner sobre aviso a más ciudadanos sobre la inutilidad de analizar las teorías nacionalistas, pues todas son meras creaciones arbitrarias de simpatizantes del gobierno de turno.-

Y lo segundo, es poner en evidencia que las identidades y personalidades son propias de los individuos, no de las naciones. Por esa razón no hay que tener temor a “perder una identidad nacional” por integrarse al mundo.-

Esto es especialmente válido para la Argentina, que somos una comunidad nacida de la inmigración; de la confluencia de decenas de culturas y orígenes; y que como tales, deberíamos saber que ningún contenido cultural es permanente. Por lo que lo ideal para enriquecer nuestra existencia es relacionarnos con la mayor cantidad de culturas y de naciones posibles, no encerrarnos en la circunstancial situación en la que hoy nos encontramos.-


La vida es fluidez. Movimiento. Todo lo que permanece intacto, inalterable, idéntico a si mismo, esta definitivamente muerto. Para surte de todos nosotros, mal que le pese a los nacionalistas, la vida de las personas sigue su curso, y los cambios, para bien o para mal, son inevitables. Cada generación es diferente y similar a la anterior. Y cada nación esta llegando a tener mas similitudes que hace unas décadas cuando permanecíamos aislados.-

Será un mundo muy interesante el del futuro. Donde las cosmovisiones y los lenguajes serán cada vez son más parecidos, al enfrentarse a realidades muy similares.-
 
El nacionalismo y su búsqueda de identidades culturales es sólo un reflejo del ancestral temor del hombre a lo novedoso y desconocido.-

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