Todos cuando elegimos a un candidato lo hacemos defendiendo intereses propios, la mayoría no votaría concientemente a un gobernante para que nos lleve a la ruina. Entonces ¿porqué es criticable el voto a cambio de mercadería?, en sentido estricto el votante está eligiendo a alguien que le satisface un interés directo e inmediato.-
El problema está en la desnaturalización del Estado a la que lleva éste procedimiento.-
El Estado moderno es un instrumento político creado en el siglo XIX con el objetivo de afianzar la libertad y la igualdad. Para ello se le encomendó al Estado la prestación de ciertos servicios públicos: justicia, educación, salud y seguridad. Dichos servicios debían estar al alcance todos, en forma eficiente, y en igualdad de condiciones.-
La eficiencia supone que el servicio debe ser prestado por los mejores, con lo cual para ser empleado y/o funcionario público se debe estar calificado, y se debe haber acreditado dicha capacitación; es por esto que la Constitución Nacional sólo exige idoneidad para acceder a un cargo público.-
La igualdad impone que deben poder acceder al servicio, todos y en igualdad de condiciones.-
El asistencialismo, al crear redes para repartir bienes y servicios que depende directamente del político de turno, pagadas con recursos del Estado, pero por fuera de los servicios públicos estables, destruye todo esto.-
La igualdad es dejada de lado, pues la prestación del servicio ya no es una relación entre iguales. El control y el poder lo ejerce el que reparte la “mercadería”; y el que recibe se somete a esa decisión, recibiendo lo que le dan, cuando se lo dan y en donde se lo quieran dar. Generalmente en un acto con el demagogo de turno, rodeado de grandes carteles con el nombre de éste personaje, para que nadie dude de quien le dio las cosas.-
Los servicios públicos organizados son debilitados, pues el funcionamiento de los mismos, y el contenido de las prestaciones dependerá de la voluntad del político de turno. Ya no es posible crear una cobertura permanente y profesional sobre la base de las necesidades cotidianas de los ciudadanos, para todos por igual y en todo momento. Sino que se privilegia los intereses del demagogo de turno y se arman los programas dependiendo de las necesidades políticas de cada momento; con lo cual la mayor “asistencia” se concentra cada vez que se acercan las elecciones, para después pasar al olvido nuevamente.-
En este proceso también desaparece la libertad; pues, dado que los servicios públicos organizados no atienden en forma eficiente, al destinarse los esfuerzos y los recursos a las campañas “asistencialistas” del demagogo, la única forma de acceder a algún servicio público adecuado es negociando un privilegio. Los demás deben resignarse a los pésimos servicios en los juzgados, hospitales, comisarías y escuelas.-
Los privilegiados pierden su libertad en manos de aquellos que le dan ese privilegio, ya que el día que así lo decidan se lo quitan y caen con el montón. Y los no privilegiados sin un Estado que les brinde los servicios públicos que refuerzan su libertad, ven perdidas sus vidas en la ignorancia, la inseguridad, la injusticia y la insalubridad.
Por ésta razón es que el “asistencialismo”, en virtud de someter el desempeño del Estado a las intereses de un partido o de un político circunstancial, debilita al Estado, y aniquila la libertad y la igualdad, generando una situación de servidumbre, que es justamente lo que la existencia del Estado debe evitar.-
Un “Estado asistencialista” jamás sacará de la miseria y la servidumbre a una población, porque es incapaz de generar condiciones de igualdad y libertad.-
Lo contrario a un “estado asistencialista” es un estado de derecho, donde los servicios públicos son prestados por funcionarios altamente capacitados que no le deben el cargo a ningún favor partidario, y en beneficio de todos, en todo momento, con suficientes recursos; sin que su desempeño se pueda ver entorpecido por la campaña política de ningún demagogo.-
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